Ayer se estrenó a nivel mundial Star Wars: El Ascenso de Skywalker, la última película de este universo de fantasía que pretende cerrar las tres trilogías episódicas. Y el Cornetín asistió para traeros las primeras impresiones: sin y con spoilers.
[Sin Spoilers] Esta no es la película que estoy buscando
Como habréis deducido por el epígrafe que precede este párrafo, he salido de la sala de cine un tanto decepcionado. Tenía muchas ganas de que esta película me gustara, de verdad, pero al final me ha parecido que intenta meter tantas cosas que se acaba quedando a medio gas en todo.
Es una película sin alma. Y me cuesta incluso llamarla película y no “videoclip largo”. Porque eso es lo que parece: una sucesión de escenas casi inconexas en las que apenas hay contenido, sólo referencias nostálgicas, accion y alguna que otra explosión.
Parece un filme hecho con prisas en la sala de montaje (me pregunto si habrá habido tanto lío como en el cómic de La Gran Superproducción de Super López) y que va siguiendo una tabla Excel de lo que un estudio de mercado de Disney les ha dicho que tiene que tener una película de esos señores que se dan de leches con palos luminosos.
El intento de alejarse, ya sólo con el texto de apertura, de Los Últimos Jedi (la película firmada por Rian Johnson y que, pese a sus defectos, a mí me encanta por ser tan valiente y mostrarnos algo fresco) crea un efecto raro en la narrativa: muchas subtramas de la anterior quedan suprimidas, ni se mencionan o se esquivan de manera incómoda. Pero sobre esto ya ahondaremos en la segunda parte de este artículo.
Como todos sabemos, Carrie Fisher, la eterna princesa Leia, nos dejó antes de que se pusiera en marcha esta producción, así que ha tocado reutilizar metraje de la anterior película y hacer algún que otro trampeo con el CGI cuando es necesario. Lo malo es que, cuando hay una interacción con ella, el diálogo queda antinatural y entorpece el diálogo. Es como ver un sketch cómico de una entrevista falsa.
Donde han echado los restos es, claramente, en el apartado visual. Una Guerra de las Galaxias no es nada sin su buena dosis de intercambios de disparos a lomos de una nave espacial, y en ese aspecto, la técnica es impecable. Las naves lucen mejor que nunca, aunque cuando se usa el ordenador para rejuvenecer a ciertos personajes da un poco de repelús.
Otro acierto de la película son los momentos en los que los protagonistas de esta nueva trilogía vuelven a juntarse e interactúan entre ellos, algo que habíamos perdido con Los Últimos Jedi. Ahí se nota que J.J. quería retomar los personajes donde los había dejado en El Resurgir de la Fuerza.
Además, una banda sonora soberbia acompaña la acción continua de la película. El bueno de John Williams se ha encargado de mezclar, una última vez, los temas más populares de la trilogía original y esta nueva generación. Incluso llega momentos en los que parece que está a punto de arrancarse un nuevo Duel of Fates (la mítica canción de los coros que acompañaba la lucha contra Darth Maul en el Episodio I). Bravo, John.
Y para terminar esta parte sin destripes, apuntaré que la oscuridad que envuelve la mayor parte de la película le sienta muy bien, dando a entender que el Lado Tenebroso es cada vez más poderoso y que va a engullirlo todo. No tengo ningún pero a ese respecto.
[Con SPOILERS] El fanservice mató la saga Star Wars
Estáis avisados, a partir de ahora entramos en territorio desconocido para los que aún no hayáis ido a ver Star Wars: El Ascenso de Skywalker. Luego no quiero lloros.
Como decía, J.J. ha tratado de alejarse de la obra de Johnson de manera torpe e incómoda. ¿A qué me refiero? Sin ir más lejos a la relación de Finn y Rose. Podemos estar de acuerdo en que el beso final en Los Últimos Jedi no venía a cuento, pero ya es canon, queramos o no. Otra cosa es que esa relación prosperase con el cuelgue que tiene Finn con Rey, pero es que en esta película no hay ni un “no eres tú, soy yo”, simplemente es como si no hubiera pasado. Lo máximo que nos dan es un incómodo golpecito en el hombro cuando ella rehúsa acompañar al grupo protagonista en su misión.
Tanto quiere alejarse de la anterior que en el texto de apertura se saca de la manga una retransmisión misteriosa del difunto Emperador Palpatine que ha llegado a toda la galaxia. ¿No hubiera sido más coherente poner un texto neutro y comenzar con la retransmisión de marras y la consecuente frustración de Kylo?
El nuevo origen de Rey me parece coherente, esquiva el hecho de que en la anterior película se dijera que sus padres no eran nadie, y lo retuerce con que eso era lo que ellos querían hacer creer para huir de la persecución de los secuaces del Emperador. Una solución elegante aunque pillada por los pelos. Eso sí, confieso que me habría encantado que los padres hubieran sido Luke y Mara Jade (un personaje que cada vez tengo menos esperanzas de que rescaten del anterior universo expandido).
Si este regusto a producto prefabricado no fuera bastante, con la mercadotecnia hemos topado: la inclusión del nuevo droide D-O es tan forzada e innecesaria que sólo la justifica el poder vender a los pequeños de la casa un nuevo moñeco. Pilas no incluidas.
Ya que hablo de nuevos personajes, no pasa desapercibida la inclusión de Dominic Monaghan cuyo papel es innecesario y sobreactuado. Ser amigo del director no debería justificar este castigo.
El afán de llenar de cosas que puedan contentar a todos los fans llevan a J.J. a olvidarse de unos personajes que podrían haber dado muchísimo juego: los Caballeros de Ren. Esos trasuntos de Nazgûl que al principio persiguen, sin éxito, a los protagonistas y que, lo más que hacen, es quedarse sobre una roca dejando que la cámara nos maree dando vueltas a su alrededor. Un contrapunto muy negativo a la poderosa escenografía de la pelea con la Guardia Pretoriana de Snoke de Los Últimos Jedi. Una auténtica pena, porque esperaba que dieran más juego.
Por cierto, si después de tantos años en el poder, con todo el poder económico del Imperio, lo más que Palpatine consiguió fue construir dos Estrellas de la Muerte, ¿cómo es posible que de repente ahora tenga una flota completa de destructores estelares que destruyen mundos? Ay, perdón, tengo que dejar de pensar tanto y disfrutar del espectáculo.
Y, aunque no me puedo quejar del apartado visual, el valle inquietante sigue haciendo de las suyas. En un flashback (técnica que, por cierto, se empezó a usar en la saga a raíz del Episodio VII) se nos muestra a Luke y Leia de jóvenes entrenando y, aunque él queda aparente el CGI de la joven Leia le da un aspecto de muñeco que tira para atrás.
Pero no todo es malo, seamos positivos. Aunque inconexa, la película nos trae momentos espectaculares como la flota Katana Sith surgiendo de las aguas, la llegada del Halcón Milenario seguido de los refuerzo en la batalla final, el tribunal de los dementores Sith, el Emperador a lo GlaDOS, la maniobra Holdo sobre la luna de Endor… Imágenes muy poderosas que se quedan en la retina y que se unen a tantas otras que nos ha brindado esta saga.
La nostalgia es poderosa y en Disney lo saben, así que no se han privado de traernos a Lando Calrissian (¡que vuelve a pilotar el Halcón!), Wedge Antilles, el X-Wing de Luke (y el indicativo Rojo 5 que le dan a Rey cuando lo pilota), etc. Demonios, ¡si hasta John Williams hace un cameo en esta película! Y, para cerrar el círculo, acabar donde todo empezó: el la granja de humedad de los Lars en el planeta Tatooine con Rey oteando el horizonte.
Me encanta que por fin Kylo vuelva a ser Ben y que, maldita sea, a partir de su reconversión actúe como el maldito Han Solo: disparando el bláster desde la cintura, con la misma pose socarrona cuando es rodeado por los Caballeros de Ren…
Otro punto a favor de esta espada de doble filo que es el fanservice, viene de la mano del esperado romance entre Kylo y Rey. Por fin se dan el maldito beso y, cuando parecía que todo iba a salir de color de rosa, ¡bum! Kylo se nos une a la Fuerza (porque sí). Me encantan estos golpes. Lo que no me gusta tanto es que, con tanto lío que hay armado, esa escena queda con muy poca carga dramática.
Sobre Palpatine y su resurrección he de decir que me ha gustado cómo se ha retorcido el concepto de «Un Sith» que se utilizaba en las precuelas. El hecho de que los Sith sigan existiendo dentro de su sucesor/asesino es un juego muy curioso que le da más sentido a que siempre haya únicamente un Maestro Sith y un discípulo. Bien jugado J.J.
Conclusión: Mucho fanservice y pocas nueces
Star Wars: El Ascenso de Skywalker es producto de un estudio de mercado, ni más ni menos. Una cinta entretenida, oscura, sin apenas pausas y saturada por el afán de usar la nostalgia.
Un producto de una industria empeñada en dejarnos productos visualmente preciosos pero sin alma.
Valoración
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