Han pasado más de tres años para que hayamos podido volver a ver el regreso del Ministerio del Tiempo en la televisión. Una de las series de ciencia ficción más aclamada por el público y la crítica que, sin embargo, en audiencias no destacaba.
Esta cuarta temporada ha sido especial. Ya nadie esperaba que volviera después de haber dormido el sueño de los justos en algún cajón de un despacho de RTVE. Menos episodios, de menor duración, en metraje, pero con una trama mucho más sólida.
El primer viaje
Hace siete años comenzaba a andar una de las ficciones más atrevidas de nuestra pequeña historia televisiva. El experimento era ver que tal recibiría el público una serie patria sobre viajes en el tiempo. Un género apenas explorado en nuestra ficción. La excusa, para viajar en el tiempo, era volver al pasado, y asegurarse que la historia no cambie. Que todo sea como lo conocemos. Porque el ‘tiempo es el que es’, y no se debe alterar ni jugar con él.
La primera temporada, una de las más redondas a nivel argumental, cosechó un éxito abrumador de público y crítica. Aquella primera temporada, prácticamente, se llevó todos los premios a los que fue nominada. Nunca antes una serie había arrasado tanto en ceremonias y premios como el Ministerio del Tiempo.
Fuga de talentos
La segunda y tercera temporada, aunque frescas, perdieron un poco de calidad. Las tramas se volvieron anodinas. La fuga de los dos actores principales de la serie, Rodolfo Sancho (Julián) y Aura Garrido (Amelia), fueron un ataque directo contra la línea de flotación de la serie que hizo zozobrar el barco.
Los parches, con la llegada de buenos actores, como lo son, Hugo Silva (Pacino) y Macarena García (Lola en su versión joven), ayudaron a mantener la serie, pero el barco zozobraba demasiado. Esta inestabilidad generó que la serie fuera cayendo en audiencias, hasta llegar a mínimos históricos de visionado en directo.
Así, las cosas, la serie era buena. Tenía aun una gran masa de público detrás, y las empresas del VOD se peleaban por sus derechos para co-producir la serie. Primero la compró Netflix, arrebatándosela a HBO. Tres años después, y ya se sabe que quien la sigue la consigue, HBO se haría con los derechos para co-producir la temporada cuatro.
De entre todos estos episodios de la segunda y tercera temporada del Ministerio del Tiempo, me quedo personalmente con el doble episodio dedicado a ‘Los últimos de Filipinas’, y a la defensa de Baler. Una de las historias más valerosas pero también un sin sentido, de nuestra historia. También destacaría, a día de hoy, y por culpa del COVID-19, el último capítulo de la tercera temporada, cuando un virus se propaga por España, desatando una pandemia altamente contagiosa. Ver ese capítulo y compararlo con nuestra realidad de hoy, hace que te preguntes lo cerca que están a veces realidad y ficción.
La temporada final
Como decíamos, esta temporada ha sido especial. Hemos tardado tres años en poder disfrutarla. Por primera vez, durante la temporada la patrulla ha aparecido al completo, e incluso ha tenido algún miembro adicional. Es cierto que todos los patrulleros nunca han aparecido juntos y al mismo tiempo, pues faltaba Amelia (Aura Garrido) quien sí que apareció en un capítulo teniendo bastante protagonismo.
La primera de las sorpresas fue el retorno de Julián (Rodolfo Sancho) al Ministerio del Tiempo, a quien se le daba por muerto en la batalla de Teruel, durante la Guerra Civil en 1937. Nada más lejos de la realidad. Sobrevivió y volvió al Ministerio, pero con un bagaje emocional que le hará romper las ‘reglas de oro’ del Ministerio del Tiempo.
Alonso de Entrerrios (Nacho Fresneda) y Pacino (Hugo Silva) han sido los principales agentes del Ministerio del Tiempo durante esta temporada, y el elemento cohesionador del grupo. Han estado involucrados prácticamente en todos los episodios y misiones que el Ministerio ha llevado a cabo durante esta cuarta temporada.
Por otro lado, Macarena García (Lola) ha estado brillante esta temporada, aunque el protagonismo, a la postre, se lo haya robado el Anacronópete, una máquina del tiempo de nombre difícilmente pronunciable.
El Anacronópete, es la primera máquina del tiempo descrita y utilizada en una obra literaria. Fue ideada por Enrique Gaspar y Rimbau, y publicada bajo el mismo nombre ‘El Anacronópete’ en 1887, ocho años antes de que al escritor H. G. Wells publicara ‘La máquina del tiempo’ en 1895, y fuera considerado el padre de los viajes en el tiempo. Tremenda injusticia, visto lo visto.
Gracias al Ministerio del Tiempo, este libro, ‘El Anacronópete’, ha sido rescatado del olvido y se le hace justicia a la obra. Y es que la serie, nos vuelve a dar toda una lección de historia, y mostrarnos que un día fuimos pioneros en algo, aunque muchos lo desconociéramos.
Valoración de la temporada y la serie
El último capítulo emitido no deja lugar a dudas. La serie ha acabado. Las tramas se cierran, y cada personaje de la serie tiene ante sí un nuevo futuro, dejando al espectador con un gran sabor de boca. El capítulo titulado ‘Días del futuro pasado’, es un guiño a la conocida saga de los X-Men.
Ha merecido la pena la espera de tres años para volver a reencontrarnos con la patrulla. Esta temporada final, a nivel argumentativo, ha sido más compleja y redonda que la primera. Sólo cuando ves el último capítulo te das cuenta que los otros 7 capítulos son también importantes para entender el final. Las autoreferencias a la serie y a sus temporadas anteriores han sido constantes, y es un premio para los fans que no se han perdido nada. Por ejemplo, en los primeros episodios y en la segunda temporada se hace mención a las películas de Terminator, y sus viajes en el tiempo. La serie siempre ha negado que el tiempo pudiera ser manipulado de aquella manera, hasta que Julián durante la última temporada, llega a pronunciar esto…
La trama general de la temporada ha sido arriesgada. Éste ha sido todo un acierto. El Ministerio del Tiempo, a lo largo de sus 42 capítulos nos ha ido explicando sus ‘reglas de oro’, como ‘el tiempo es el que es’, y por tanto el pasado no se puede cambiar, o como que no existe otro Ministerio del Tiempo más allá del día presente de hoy. Se puede viajar al pasado, pero no al futuro. Y por último, que el Ministerio del Tiempo no puede actuar fuera del territorio nacional.
Estas y otras reglas de oro, saltan por los aires durante esta temporada. Los creadores de la serie se han jugado el todo por el todo, sabiendo que era la temporada final, y que después no habría nada. Era el momento de ser osados, y eso es lo que han hecho. La apuesta no les podía haber salido mejor.
Podría hablar de muchas tramas de la última temporada del Ministerio del Tiempo, pero al hacerlo, sería imposible no hacer algún spoiler.
No sabría, esta vez elegir el mejor capítulo de la temporada, pues todos han rozado un altísimo nivel. El primero y el último, son quizá los mejores, pero sin olvidarnos de la aparición estelar del Anacronópete, o el capítulo donde Pacino intenta cambiar el pasado, hasta tres veces, pero siempre falla y complica todo a peor. A nivel emocional, el capítulo dedicado al inventor Emilio Herrera, con Salvador (Juan Blanch) de protagonista absoluto, sea quizá uno de los más entrañables que ha tenido toda la serie.
El Ministerio del Tiempo, nos va a dejar un hueco difícil de llenar, puesto que en la actualidad no hay series de ciencia ficción españolas que hayan tomado tantos riesgos. El último capítulo es una despedida en toda regla, el final sin más, pero quien sabe, quizá nos equivoquemos. Sí es así, prometemos viajar por una de las puertas del tiempo al día de hoy y reescribir este artículo para anunciar que vuelve el Ministerio del Tiempo.