Hace más de un año hicimos el Marzo Vikingo y, si cabe, los vikingos están aún más de moda. Hoy queremos hablar de una serie que usa a nuestros «salvajes del norte», sobre todo su mitología: Ragnarök (creada por Adam Price).
¿Qué hace que una serie te guste?
Es la pregunta que se hace cualquier guionista o productor. Es cierto que hay ciertos aspectos más o menos medibles que llevan al éxito. Sin embargo ahí están los mil ejemplos de producciones que se enrocan, no llegan a puerto o ni siquiera florecen.
Y, creo, gran parte del éxito de cualquier ocio es su capacidad de conectar contigo, sea por tu momento personal, por tu búsqueda de evasión o por querer tener algo de fondo mientras planchas. Y eso me pasa a mi con Ragnarök: es algo que, aunque le vea los defectos, está escrito para mi.
Edda prosaica
Cuándo buscaba información sobre la serie leía «Ragnarok es un drama noruego que pretende ver su mitología desde un nuevo punto de vista». Y, sí, esa es parte de su gracia. Pero aquí es cuándo llega mi punto: es una serie escrita no sólo jugando con la mitología sino, además, homenajeándola.
Hay una primera lectura inmediata de Ragnarök en la que se presenta la eterna lucha entre los gigantes y los dioses. Esta pelea, esta vez, se centra en un pueblo ficticio de Noruega: Edda (sí, como las recopilaciones). Para modernizar la historia también establece una batalla de fondo contra de la industrialización y el cambio climático que provoca. Una realidad establecida de una manera simple pero efectiva. En ésta lectura tenemos a Magne (David Stakston) a quién se le dan los poderes de Thor y va avanzando por su camino del héroe.
En este plano, sin hacer más destripes, la serie se queda corta. El guión tiene giros raros, los malos tiene menos lógica que el arquetípico villano de Jame Bond (ya me entienden), los capítulos tiene momentos lentos, se aprovecha poco a los personajes secundarios… quiero decir que no voy a poder rebatir muchas de las críticas que tiene.
Edda poética
El juego de Ragnarök con la mitología me divierte mucho. Obviamente si la empiezas a ver detectarás rápidamente a Thor o Skuld (una de las Normas – «lo que debería suceder, o es necesario que ocurre» -) e intuirás a otros que se presentarán más tarde como Loki, Odin o Sif pero… ¿Realmente Loki es el que tu crees? Esa es la gracia. Hasta que la serie te confirme (o no) a nuestro embaucador favorito te quedarás sólo con el actor (Jonas Strand Gravli) que se parece a Tom Hiddleston de joven… pero.. ¿estás seguro?
Ragnarök hace suficiente caso a la mitología vikinga como para que reconozcas momentos pero no la copia, la adapta. Además, y es un tema que ya hemos comentado, hay suficientes versiones de las historias como para que la serie mute la que prefiera. Siguiendo con nuestra pregunta. ¿Es Loki la elección obvia o aquel personaje que cumple las otras propiedades de nuestro engañador profesional? Es algo que, oficialmente, sólo se responde en la segunda temporada.
Conclusión
La serie te permite hacer esto con varios personajes. Por ejemplo jugar a quién son las otras Normas. Interesarte por qué puñetas van a hacer con Sif (suponiendo que Sif sea quién tú creas, en las dos temporadas emitidas no se confirma). Mirar con cara de interés el punto de vista que le dan a Freyja cuándo aparece… O las frases de la serie sobre qué es el Ragnorök. O el significado de «código del honor» (ese con el que tanto ironizo mi amado Pratchett en El ultimo héroe). Sí, es una diversión muy personal. Pero me ha gustado más que Loki de D+, por ejemplo.
Es el eterno ejemplo de Twiter de gente explicando gustos y troles (ya que hablamos de mitos) respondiendo. Al final las cosas te gustan porqué te gustan. Y conectas con sucesos o gente que otros no entienden. Y menos mal. Si todos fuéramos iguales al final desearíamos… que nos partiera un rayo.
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