K – «Millán Mozota es arqueólogo y divulgador. Muchos lo conoceréis de su participación en el podcast polifriki 0 en Cordura o como la voz en Las Historias de Khulmani, donde explica y comenta historia y arqueología. Pero además es uno de los nuestros, un frikazo de los cómics y el rol.
Su amor por Marvel, le ha llevado a escribir para El Cornetín una reseña en la que analiza la filosofía de Marvel desde sus comienzos, hasta nuestros días. Personalmente le estoy muy agradecido por ella. Ahora os dejo que la disfrutéis»
¿Por qué esta reseña?
Hoy en día (2021-22) no es raro encontrar en las redes sociales a quienes claman al cielo porque “ahora” los cómics, películas o series superheroicas hablan de política y de temas sociales, y se atreven a ser progresistas, o poner en relieve lacras sociales como el racismo, el acoso sexual o el machismo.
A menudo, esos voceros y heraldos del apocalipsis reclaman con fingida ira que les han “robado su infancia”, cambiando la naturaleza de los cómics superheroicos, que en su juventud eran de puro escapismo “blanco” (pun intended) y sin intención política ninguna.
Y vemos a esas personas quejarse de que ahora todo es “woke” (que significa “despierto/a”, pero lo usan -vete a saber por qué- de forma despectiva), de gente SJW: Social Justice Warriors, Guerreros/as de la Justicia Social, otra etiqueta despectiva de lo más absurda porque, vamos a ver, la Justicia Social es por definición algo bueno.
Pues bien, por dar primero el mensaje resumido: todo eso que dicen es mentira. Es falso a muchos niveles.
En primer lugar, es falso que no haya política o ideología en los cómics superheroicos. Esos aspectos son parte integral de nuestras vidas, y simplemente no pueden “no estar” en cualquier creación artística humana.
Todos los autores y autoras han reflejado sus ideas en sus obras. Desde el primer cómic superheroico, hasta el último publicado hoy mismo. Si los analizáis, veréis que siempre hay elementos de toma de postura política o de ideología: en la forma de actuar, de pensar y de relacionarse los personajes; en lo que se considera justo o injusto en la historia; en lo que se premia y se castiga; y un largo etcétera de cuestiones.
Pero es que, además, esas personas dicen que “ahora” el medio superheroico se ha vuelto de repente “progre” y eso “antes no era así”. Afirman que los tebeos de superhéroes y superheroínas no trataban temas sociales, ni se preocupaban por la diversidad, la inclusión o la tolerancia en el pasado. De esto se acusa especialmente a Marvel.
Pues bien, esto es también de una falsedad importante. Marvel comics siempre ha estado a la cabeza en las cuestiones sociales, para defender la tolerancia, y abanderar la lucha contra lacras de todo tipo como la intolerancia, el racismo, el sexismo, etc. Y también en temas sociales como el capitalismo buitre y despiadado o los males derivados de las drogodependencias.
Y de eso, de ese papel destacado y pionero de Marvel comics en el ámbito de lo social, es de lo que vamos a tratar en este artículo.
Por poner en contexto el asunto y dejar claro lo más básico: no vamos a defender que todos los cómics Marvel tengan un contenido social, ni que en todos se haga una defensa de la tolerancia, la igualdad, la inclusión o la diversidad.
Tampoco decimos que no haya problemas o defectos en cómics de todas las épocas (p. e. que no haya machismo, o que no haya defensa de actitudes cuestionables). Sabemos que no es así, pero también estamos seguros de que, en el mundo del cómic, Marvel ha mantenido a lo largo de más de 80 años de historia una línea coherente y clara: siempre que ha podido, y en las circunstancias que cada época han permitido, ha apostado por los valores más positivos de la justicia social -dicho con el mayor de los orgullos.
Un origen antifascista
Empecemos con los orígenes. Antes de que Marvel tuviera siquiera ese nombre, encontramos el cómic del Capitán América nº1, de marzo 1941. En la portada Jack Kirby dibuja al protagonista, el Capitán América, soltando un buen puñetazo a Hitler, el dictador nazi.
Recordemos que, en ese momento Adolf Hitler era el dirigente electo de su país, Alemania, y que EE.UU. no solo estaba en paz con Alemania, sino que en la nación había un fuerte movimiento anti-intervención. Es decir, que no querían entrar en la 2ª Guerra Mundial. Existía un partido nazi legal con miles de miembros, y salían filo-nazis hasta de debajo de las piedras. Cuando Joe Simon, Kirby y su gente deciden publicar esa portada, es una toma de postura clarísima, y supone tener unos principios clarísimos: están diciendo con una imagen icónica y potentísima lo que significa EE.UU para ellos: “es no dar ni un milímetro al fascismo”.
«He hated nazis so much.»- Stan Sakai sobre Jack Kirby
Sobre Kirby, que sería explorador del US Army en la 2º Guerra Mundial, y combatiría en el teatro europeo, hay una anécdota que aparece tanto en su biografía oficial como en un libro de Mark Evanier, y que es muy reveladora al respecto de su forma de ser y sus ideales.
Al poco de publicarse ese cómic del Capitán América del que venimos hablando, la redacción de Timely Comics (como se llamaba Marvel entonces) recibió muchas cartas y llamadas de odio, con insultos y amenazas por parte de nazis estadounidenses. En una ocasión, pasaron a la redacción una llamada que venía de la recepción del propio edificio de la Timely. En el vestíbulo había unos nazis amenazando y retando a Jack Kirby a bajar. Entonces el neoyorkino, más que bregado en peleas y otros “asuntillos” en el East End, se arremangó y bajó a encontrarse con esos tipos. Pero, mira por dónde, cuando llegó abajo, los “valientes” nazis ya se habían esfumado. Por suerte para ellos, probablemente: las historias que contaba Kirby mucho más tarde, después de haber luchado en Europa, siempre acababan (según el autor Stan Sakai) “con cuatro nazis muertos”.
Los años 40 avanzarán al ritmo de la 2º Guerra Mundial, y los superhéroes y superheroínas de la Timely se unirán al esfuerzo bélico y serán en buena medida elementos de propaganda. Cuando hemos visto al Steve Rogers del MCU en espectáculos para vender Bonos de Guerra, es un reflejo y un guiño directo a esa época.
La época oscura
Después, a finales de los 40 y en la década de los 50, vendrán años bastante grises y vacíos no ya para Timely/Marvel sino para el género superheroico en general. Son años de la aparición del infame Comics Code, una auto-censura del gremio del cómic que apenas dejaba libertad creativa en muchísimos aspectos; y también de una fuerte reacción de la América más conservadora y rancia, en la que destacó el Macartismo y la persecución de toda clase de artistas e intelectuales, con la excusa de que podían apoyar el comunismo.
Los cómics de superhéroes se plegaron a estas circunstancias, y en el caso de Timely/Marvel prácticamente desaparecieron… pero volverían con fuerza y con un retorno de lo social y lo reivindicativo, a partir de los 60.
No llueve eternamente
Desde principios de los años 60, la alianza de varios titanes como Stan Lee, Jack Kirby y Steve Ditko relanza el género superheroico y a la propia Marvel. En esta nueva etapa, ya desde el primer momento, se va a presentar a los superhéroes y superheroínas como personas reales, con problemas reales, que viven en ciudades de nuestro mundo, en las que se dan los problemas sociales que realmente existían.
Así, los 4 Fantásticos, la “primera familia”, tendrán problemas reales, de convivencia como en cualquier familia, además de enfrentarse a amenazas galácticas y seres extradimensionales. Y Spiderman será un héroe de la calle, “tu vecino y amigo”, desde el primer momento. Lejos de ser inmune a lo que sucede en el mundo real, Peter Parker continuamente se ve afectado por ello en su vida personal.
Precisamente en Los 4 Fantásticos, y después en Los Vengadores, los creativos de Marvel retratarán al Senador McCarthy, ideólogo de la Caza de Brujas del Macartismo al que dio nombre, con su “Comité de Actividades Antiestadounidenses”. Será con el personaje de H. Warren Craddock, un político fanático, demagogo y manipulador, que es un sosia de McCarthy en todo menos el nombre.
El poder negro
El transcurrir de los años 60 lleva a la creación de Pantera Negra, el primer superhéroe africano negro de la historia del cómic mainstream. Aparece por primera vez en 1968 y aunque no se inspiró directamente en el movimiento de los Panteras Negras (que es ligeramente posterior) si que bebe del mismo concepto del africanismo y la reivindicación de las personas de color en EE.UU. y en todo el mundo (también hubo Panteras Negras, por ejemplo, en Israel).
Y no es solo un personaje africano negro, sino que en su serie de los 70, dentro de la cabecera Jungle Action, Pantera Negra aparecerá rodeado de toda un gran cast de personajes africanos y también algunos afroamericanos. Esto fue casi más importante que lo anterior: una cabecera de cómic superheroico dónde, por primera vez, todos o la mayor parte de los personajes eran negros. Fue algo muy innovador… que pasó hace casi 50 años.
Después de Pantera Negra, muchos personajes de color seguirían apareciendo en Marvel, que tomó una postura clara y decidida en favor de los derechos civiles y en contra del racismo y de la segregación racial en EE.UU. Eso aparece reflejado en los nuevos héroes cotidianos neoyorkinos, los Héroes de Alquiler, con personajes afroamericanos fuertes, interesantes y con cada vez mayor calado, tanto hombres como mujeres. Algunos de los más recordados son, por supuesto, Luke Cage “Power Man” y Misty Knight, que han aparecido en las series de televisión recientes de Netflix, pero que no podemos olvidar que son personajes con más de sesenta años de historia ¡No se los han inventado ahora!
Contra el Klan
Pero si hubo una saga en los años 70 que fue directamente al meollo del racismo y la lucha por los derechos civiles de la población afroamericana en EE.UU., es el arco argumental de Pantera Negra de Don McGregor titulado directamente “Black Panther vs. The Klan”. En esa saga, el superhéroe Marvel se enfrenta no solo al supremacismo blanco del KKK, sino a los prejuicios y miserias cotidianas de lo más profundo de los estados sureños de EE.UU. Se trata de unos cómics valientes y desgarradores que en su momento fueron muy comentados, incluso polémicos, y llevaron a discusiones (por lo que se cuenta) incluso dentro de la propia redacción. El arco quedó truncado temporalmente, aunque luego se completaría en otra colección, Marvel Premiere.
La era de Stan Lee
En los años 70 Marvel va a continuar con esta línea de compromiso con los derechos civiles, la tolerancia y la denuncia social. Stan Lee va a abanderar esta tendencia desde muy pronto. Sin dejar nunca de lado el entretenimiento, el espectáculo y la aventura, va a reivindicar estas cuestiones desde su “columna” que publicaba en muchos de los cómics de la editorial, la “Stan’s Soapbox”.
Por ejemplo, en la publicada en el nº 74 de los Vengadores de 1970 nos dice: “Ninguno de nosotros vive en el vacío, ninguno de nosotros es ajeno a los acontecimientos cotidianos que nos rodean, acontecimientos que dan forma a nuestras historias tal como dan forma a nuestras vidas. Seguro que nuestras historias pueden llamarse escapistas, ¡pero el hecho de que algo sea para divertirse no significa que tengamos que dejar en blanco nuestros cerebros mientras lo leemos!”
Y en otra, deja muy claro el rechazo al racismo y la xenofobia de Marvel y su compromiso con la tolerancia:
“¿Quieres mostrar que alguien te disgusta? Adelante. Es un país libre. ¡Pero hazlo porque él o ella personalmente te han dado una razón para sentirte así, no por el color de la piel, la religión o la ascendencia extranjera, o la forma de las uñas de los pies, o cualquier otro motivo estúpido, confuso y sin sentido! Porque, si justificas tu odio pintando a todos los que están en cualquier grupo con el mismo color, ¡entonces eres un intolerante, Charlie!”
Un salto de fe
Hay otra historia muy relacionada con el compromiso social de Marvel, tiene que ver con Spiderman y con Stan Lee. Los cómics en general en EE.UU. estaban limitados por el Comics Code, una auto-censura del gremio editorial que no dejaba hablar de muchísimas cosas. Como, por ejemplo, de las drogas y las drogodependencias. Ni siquiera para criticarlas o avisar sobre sus efectos perniciosos.
Así que, en 1971, cuando la oficina del Comics Code rechazó un cómic de Spiderman, en el que un joven sufría un colapso por el abuso de drogas, Stan Lee tomó una decisión que sería trascendental para la historia del cómic y de la censura: Decidió que lo publicarían igualmente, e irían a los kioscos sin el sello de aprobación.
Es difícil hacerse a la idea de lo arriesgado que fue aquel pulso. Podría haber sucedido, perfectamente, que los kiosqueros no se hubieran atrevido a poner el cómic de Spiderman a la venta, o que lo hubieran relegado a la zona “para adultos”, fuera de la vista de sus clientes potenciales.
Marvel se arriesgó a que devolvieran toda la tirada de su serie más popular: es decir, a un escándalo mayúsculo acompañado de una bancarrota económica. Fue a la vez un salto de fe, y una enorme apuesta, poniendo en la balanza lo que el mercado y el público objetivo querían y estaban dispuestos a aceptar.
Y funcionó. El cómic se vendió como rosquillas. Prácticamente no hubo devoluciones. Y hasta los responsables del Comics Code recularon y cambiaron sus normas sobre lo que se podía o no se podía publicar con su aprobación. La apuesta por hacer lo correcto salió bien, en esta ocasión. Y también les salió a cuenta desde la perspectiva del negocio.
Luces y sombras de América
Mención aparte merece el Capitán América, con quien hemos comenzado esta historia. Es cierto que, más allá de su noble origen antinazi, esta figura muchas veces puede parecer que representa a la América más rancia y conservadora. Pero también es cierto que este personaje y sus series han servido en muchas ocasiones para criticar al poder establecido y a las clases privilegiadas, y para reivindicar la tolerancia y las libertades.
No podemos olvidar que el propio Capitán América dejó de serlo en 1974, y por una razón puramente de conciencia. Steve Rogers se negó a seguir “vistiendo la bandera” y representando al sueño americano porque alguien como el corrupto y autoritario presidente Nixon estaba arrastrando por el fango los ideales democráticos.
De hecho, el propio presidente aparecía “fuera de cámara” en los cómics, representando esa América de la autocracia, la intolerancia y el “todo vale” por el poder. Marvel fue más valiente que muchos medios de comunicación y periodistas del momento, ya que no fue fácil que Nixon dejara la Casa Blanca, a pesar de sus numerosos delitos y abusos de poder.
Enter the Claremont
Y por supuesto, en los años 80, tenemos al gran guionista Chris Claremont, quien, a lo largo de varias colecciones de mutantes, en especial La Patrulla-X, dibujaría un enorme lienzo sobre el racismo, la xenofobia y los prejuicios contra quienes son considerados diferentes. Un alegato contra la segregación y el odio hacia las minorías.
Habría decenas de títulos que podríamos mencionar en este sentido, pero la novela gráfica Dios ama, el hombre mata, es quizás el mejor ejemplo condensado de todo ello. Además, trata el tema de la intolerancia religiosa y el fanatismo. Un cómic esencial que, como podemos ver, tampoco es precisamente de ayer mismo, ya que se publicó en 1983, hace casi 40 años.
A modo de conclusión
Podríamos seguir y seguir y no terminaríamos con los ejemplos y referencias. Son inagotables, en realidad. Pero seguramente con estos casos ya hemos dejado el tema bien claro.
Así que, en conclusión: Cuando se hace referencia al “me too”, o se incluyen nuevos personajes femeninos, LGTBI, musulmanes, asiáticos… no es una “nueva” inclusión forzada, ni es una moda. Es algo que está en el ADN de Marvel desde siempre. Es su esencia y una fortaleza que la ha convertido en lo que es hoy en día.
Han cambiado las formas, y los aspectos, pero Marvel no ha cambiado esencialmente, en lo que hace y cómo lo hace: siempre ha estado con la inclusión y la diversidad.
Los que sí han cambiado, quizás, son otros: Quienes, posiblemente, hayan perdido la tolerancia, la apertura de mente y la capacidad para empatizar que tenían hace 20, 30 o 40 años. Y lo que entonces les resultaba natural, ahora les parece inaceptable.
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