Muchos pensaréis que voy a hablar de mininos o de los enanitos del ‘Mago de Oz’, pero nada más alejado de la realidad.
El Munchkin que nos interesa es el popular juego de cartas creado y diseñado por Steve Jackson e ilustrado por John Kovalic.
Su lema, “mata a los monstruos, roba el tesoro, apuñala a tus amigos”, dicen que refleja fielmente el espíritu del juego, aunque yo particularmente añadiría “apuñala y pierde a tus amigos”. Y es que, quien haya jugado, sabe perfectamente que las discusiones, causadas por las canalladas que puedes hacer contra los demás jugadores, pueden ser tremendas.
Ahora mismo más de uno pensará que este juego no merece la pena si vas a perder a tus amigos. Tranquilos, estamos hablando de un juego de puro cachondeo, por lo que las discusiones se quedan ahí, en el cachondeo, en el pique, en las ganas de estrangular a ese que te ha maldecido con las manos pequeñas, con las ladillas o con un cambio de sexo.
Porque ese es el verdadero espíritu del juego, el cachondeo y reírse de los juegos serios de rol.
Antes de seguir con la review del juego y su universo (ver más adelante), quiero explicar brevemente cómo se juega, para que quienes no conozcan el juego, o ninguno similar, vean que la dificultad es mínima. No voy a resumir el método de juego, me podría costar horas y para eso mejor leerse el manual, y tampoco voy a analizar cada una de las cartas porque me llevaría años y miles de discusiones sobre sus usos en cada caso, así que me voy a limitar a explicar lo suficiente para que se entienda por qué “se pueden perder amistades al apuñalarlas”, para que quede claro el sentido de esta frase, que no es para nada literal.
La mecánica es muy sencilla, y se resume en que el jugador, que parte siendo un humano sencillo y aburrido de nivel 1, va abriendo puertas (mazo de puertas) de dungeons (calabozos) en los que pueden aparecer monstruos a los que derrotar, maldiciones que te perjudican, o cartas de razas y clases con las que modificar a tu jugador.
Cada monstruo que derrotas te hace subir de nivel (algunos más de uno) hasta llegar (antes que nadie) a nivel 10, y te proporciona un tesoro (mazo de tesoros) con el que equipar a tu personaje. Generalmente, cuanto mayor nivel tenga el monstruo, mayor es el número de cartas de tesoro que puedes ganar.
¿Cómo llegar a nivel 10 evitando que los demás lo hagan? Fastidiando a los demás jugadores o ayudando a los monstruos contra los que pelean. ¡OJO! También puedes aliarte con otros jugadores para derrotar un monstruo y compartir sus tesoros, pero posiblemente eso no sea bien visto por otros jugadores, por lo que os fastidiarán a vosotros.
Hay cartas de tesoro que actúan como modificadores temporales (positivos y negativos) de nivel de batalla (el que suma el nivel principal del personaje con los bonus del equipamiento), por lo que si tienes en mano esos bonus, puedes subir el nivel del monstruo, mermar el del jugador, las dos cosas a la vez o incluso involucrar más monstruos en la pelea.
Si uno o varios monstruos acaban con uno o varios jugadores, estos sufren lo que cada monstruo indica que infringe al jugador (indicado como “mal rollo”), pudiendo ser la pérdida de nivel, de equipamiento, de clase o raza, de todo a la vez o incluso de la muerte del personaje.
Como hemos comentado, hay cartas de maldiciones, las cuales también se pueden lanzar sobre un jugador, además en cualquier fase del juego, estén en lucha con un monstruo o no. Estas maldiciones pueden hacer perder al jugador que las recibe su equipamiento, su raza o clase, niveles, etc., pero también pueden provocar que no puedan pedir ayuda en combates futuros, que tengan miedo extra a determinados monstruos y un sinfín de cosas más.
Bien, explicado el por qué de lo maquiavélico del juego, que es a su vez lo que más apasionado y divertido lo hace, vamos a hablar de los universos del juego.
El juego original, Munchkin a secas, es un pack que incluye 168 cartas, ambientadas digamos que en el rol clásico, con elfos, enanos y medianos como razas; clérigo, ladrón, guerrero y mago de clases. En España se han editado 7 expansiones (en EEUU algunas más, que algunos esperamos con impaciencia), haciendo un total de 875 cartas, más que suficientes para entretenerse un rato. Comentar que, al juego base, se puede añadir cualquier expansión, pero recomiendo añadirlas en orden. Es decir, si quieres añadir la expansión “Munchkin 3: Pifias Clericales”, añade también la “Munchkin 2: Hacha Descomunal”.
Además de “Munchkin” (a secas), se han comercializado varios “spin-offs” del juego con temáticas diferentes, como “Munchkin Cthulhu” (evidentemente, Cthulhu) o “Star Munchkin” (espacial), entre otros, y muchos de ellos con expansiones, y lo siento, no me quiero parar a contar cuantas cartas son, que me da un fluhs seguro…
También contamos con juegos de mesa (“Munchkin Quest” o “Munchkin Panic”, por citar los editados en España), juegos de rol, accesorios jugables (camisetas que proporcionan armadura o marca páginas que dan niveles de batalla si se rompen con un ritual…), cómics… vamos, todo un universo infinito.
Y por fin (si has leído hasta aquí es porque algo te ha enganchado), llegamos al secreto del éxito de este juego (o estos juegos, según se mire).
La clave del éxito de Munchkin es, sin duda alguna, su falta de seriedad. ¿Cómo? ¿Qué a qué me refiero? Pues me refiero a, por ejemplo, los monstruos que puedes encontrarte. Hablando de la versión original, puedes encontrarte con un monstruo de nivel 1 que es “la planta en un tiesto”.
Se puede huir de ella, sin más, no te hace nada (mal rollo)… pero yo he visto a jugadores de nivel 43 (9+34) perder contra ella, porque la han vuelto inteligente (+10), le han sacado familia (+5) y a su mamá (+5), han masacrado al jugador a maldiciones (dejándolo en 6+3 sin más modificadores en mano para poder actuar) y no ayudándole nadie.
Todos los monstruos son absurdos (o graciosos cuanto menos), como el osito de gominola gigante que se te pega, el dragón de plutonio que se te puede comer… ¡incluso salen abogados!
Pero es que también la equipación es de risa. Un ‘báculo de napalm’ para los magos, una ‘escalera’ que solo la pueden usar los medianos…
… los modificadores también…
Todo es de cachondeo, tanto, que hay cartas que te permiten “hacer trampas” y contradecir las reglas generales del juego, como la propia carta “eso es trampa”, con la que podrás llevar y jugar un objeto que, por la razón que fuese, no podías usar.
¿Qué? ¿Te gusta? ¿Sí? ¡PUES ES QUE HAY MÁS!
Por si todo esto no fuese suficiente para entender que es el juego más loco del mercado, que se ríe del rol siendo un juego de rol con cartas, te da la posibilidad de crear tus propias cartas jugables, añadiendo cartas en blanco en cada set para que puedas plasmar lo que se te venga en gana.
Eso es lo que han hecho, por ejemplo, Andrés Palomino con su Munchkin PSN (del que tengo el honor de haber sido inspirador y poseedor)…
… y nuestro compañero de redacción, el magnífico diseñador Aarón Moreno.
El resto de juegos siguen la misma mecánica, con el mismo humor cachondo, aplicado al mundo al que hacen referencia, así que no hay excusa para no tener uno que se adecúe a tus gustos frikis, o todos si eres un cachondo mental porque, se me olvidaba comentarlo, ¡¡se pueden combinar!! Hay una posibilidad de jugar con cartas de distintas versiones, y ser, por ejemplo, un ‘Enano Guerrero Vudu Rapido‘.
En fin, toda una locura de juego que te hará pasar los mejores peores momentos con tus amigos.
A mí me tiene totalmente enganchado, ya no sé dónde meter todas las cajas ni mi mujer dónde meterme a mí con ellas, pero los buenísimos ratos que hemos pasado (las partidas pueden durar de 20 minutos a horas…), fastidiándonos unos a los otros, subiendo de nivel a duras penas y bajando en dos turnos al uno de nuevo por los graciosetes de los amigos, no tiene precio.
¡Ah! Que además Andrés Palomino lo ha reseñado superficialmente en el libro que ha sacado junto a Joan Tretze, ‘Sobre la Mesa’, y le da un ridículo 7,1, pero yo le doy un 10. ¿Se nota que me encanta?
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Munchkin, un juego muy cerca del nivel rompe amistades del party game Black Box y el videojuego Keep Talking And Nobody Explodes.
Pero con este te ríes más, y también discutes más con la interpretación de las reglas…